Conozca al rape, el pez más extraño del planeta

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En 1833, un pez casi esférico llegó a manos del zoólogo Johannes Christopher Hagemann Reinhardt, que por aquel entonces vivía en Copenhague (Dinamarca). El pez en cuestión -que más tarde se conocería como Himantolophus groenlandicus, pez fútbol del Atlántico- fue el primer rape conocido por la ciencia.
En la actualidad, se conocen unas 170 especies, de las cuales 12 familias viven en las zonas más profundas del océano, entre 300 y 5.000 metros bajo la superficie. La diversidad de especies de este género sigue fascinando a los investigadores a día de hoy. ¿La razón? Estas criaturas son tan excepcionales como las que habitan en las películas de ciencia ficción, hasta el punto de que los nombres que ha recibido cada especie de rapea lo largo de los años representan y muestran sus formas más variadas: algunas, por ejemplo, son rechonchas y redondas, mientras que otras son planas o están cubiertas de filamentos.
Aunque se encuentran en diversas partes de los océanos, estos peces son esquivos y solitarios, y los que habitan en las aguas más profundas son la peor pesadilla de cualquier criatura que habite en el océano.
El temido rape

El rape recibe este nombre por la estructura brillante que lleva adosada a la cabeza y que le sirve para atraer a otros peces y crustáceos que forman parte de su dieta. "Estos temibles son excelentes cazadores porque acechan silenciosamente en las profundidades del océano. Básicamente son depredadores que saben tender una emboscada", explica Mackenzie Gerringer, profesora de biología en SUNYGeneseo en Nueva York.
El hábito que utilizan para alimentarse explica perfectamente la funcionalidad del cuerpo del rape. "Como no cazan activamente, no han evolucionado hasta convertirse en nadadores rápidos, por lo que muchos tienen formas no hidrodinámicas, lo que los hace excepcionalmente feos. Incluso National Geographic clasificó al rape como el animal más feo del planeta", revela Gerringer.
Ver también: Recuerda la triste juventud de Terry CrewsComo en el fondo del océano las posibilidades de encontrar comida son escasas, la mayoría de los estómagos de rape que examinaron los científicos estaban vacíos. Estos peces, afortunadamente, pueden vivir más tiempo sin alimentarse con frecuencia porque pueden modificar el tamaño de sus estómagos, es decir, si capturan una presa grande, agrandan el órgano, y si capturan una pequeña,realizar el recorrido inverso.
"Pero hemos encontrado rape con peces enteros en el estómago, es increíble ver el animal entero, dentro", señala Gerringer.
La comida
El rape puede ver a sus presas a 0,8 kilómetros de profundidad. Las presas, que, como decíamos, suelen ser peces y crustáceos, se hacen notar cuando son iluminadas por el sol, que, gracias a las bacterias luminiscentes arraigadas en su estructura, se hacen visibles para el rape. Para atraer a sus presas, el pez en cuestión utiliza la estructura que cuelga de sucabeza, que, cuando también está iluminada por el sol, emite una pequeña luz.
Ver también: Las 10 mujeres más sexys del animeUna vez que el rape ha atraído a su presa, el pez la mantiene muy cerca de su boca. Una vez dentro de la boca del rape, la presa es incapaz de sobrevivir. Según Karly Cohen, estudiante de doctorado de la Universidad de Washington, esto se debe a que los dientes del rape son "depresibles" - capaces de doblarse bajo presión. "Por eso es extremadamente fácil tragarse la presa. Pero una vez que está dentro dede la boca, la presa no puede salir", explica Cohen.
Reproducción
Muchas especies de rape tienen una de las estrategias de reproducción más extrañas del mundo animal. Los machos son, literalmente, parásitos. Se lo explicamos.
En resumen, los machos suelen ser 10 veces más pequeños que las hembras y no tienen otra función que la reproducción. Utilizan órganos olfativos muy desarrollados para localizar a las hembras. Cuando las encuentran, las muerden. Entonces liberan una enzima que se fusiona con el cuerpo de la hembra.
Cuando el proceso se completa, los machos pasan a depender completamente de la hembra para su sustento. La fusión es tan sistemática que incluso sus sistemas circulatorios comparten la misma sangre.
Y es exactamente en este momento cuando los machos se convierten en una especie de par de testículos vivientes, proporcionando así las herramientas necesarias para la reproducción, lo que los científicos denominan parasitismo sexual.