Gympie-Gympie, la planta que incita al suicidio

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Aunque la planta gympie-gympie parece común -e inofensiva-, la especie es capaz de hacer que cualquiera se arrepienta de haberla encontrado. Quienes se encuentren cara a cara con la planta deben ser extremadamente cuidadosos. ¿La razón? Cualquiera que se atreva a tocarla vivirá experiencias dolorosas, que pueden llevar incluso al suicidio.
Descubra, ahora, algunas curiosidades que guían a las mortíferas especies autóctonas de la selva australiana.

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PublicidadTóxicos Gympie-Gympie
La gympie-gympie, o moroides dendrocnide, fue encontrada por primera vez por buscadores de oro en la década de 1860. La planta prospera en ambientes tropicales y se encuentra en toda Australia, aunque es especialmente común en las mesetas de Atherton y en Indonesia.
El gimpy-gympie pertenece a la familia de las ortigas y es muy tóxico. Puede alcanzar hasta 3 metros de altura y sus grandes hojas en forma de corazón pueden medir hasta 60 centímetros de diámetro.
Ver también: Las estatuas más extrañas del mundoAunque el gimpie-gympie da pequeños frutos morados o rojos, que sirven de alimento a varias especies de aves, no merece la pena recogerlos, ya que el riesgo de entrar en contacto con una de sus hojas, llenas de veneno, es grande.
Suicidio
La toxicidad que libera la planta se concentra en los pequeños hilos que están presentes en sus hojas. Estos hilos funcionan básicamente como una "aguja hipodérmica autoinyectable". Cuando se desprenden del bulbo, se adhieren a la nueva superficie y liberan la toxina.
Al ser extremadamente pequeños, los hilos prácticamente desaparecen al entrar en contacto con la piel. Aunque se agoten, la toxina prevalece y su presencia es capaz de seguir causando molestias durante meses.
Curiosamente, el gympie-gympie es capaz de lanzar furtivamente los hilos al aire, lo que acaba poniendo en riesgo de exposición tóxica a otros seres vivos. Hasta la fecha, no se sabe a ciencia cierta cómo la toxina es capaz de causar tanto dolor, sólo se sabe que puede provocar problemas de salud durante un máximo de dos años.
Reacción
Quienes tocan los hilos presentes en la hoja de gimpiana sienten inmediatamente un terrible dolor. La sensación se compara con 30 picaduras de avispa. Una vez que la toxina se ha asentado en el organismo, los ganglios linfáticos comienzan a hincharse, lo que crea una sensación de presión. A partir de ese momento, el dolor no hace más que intensificarse hasta alcanzar su punto álgido, que se produce en apenas 30 minutos.
Los que no la tocan, pero permanecen cerca, también sufren. La sobreexposición puede provocar hemorragias nasales, daños respiratorios y estornudos intensos. Como no hay ningún medicamento que pueda combatir la toxina, lo mejor es mantenerse alejado de la planta.
Si alguien entra en contacto directo con los hilos presentes en la hoja, es importante que no toque la zona infectada. También se recomienda verter una solución de ácido clorhídrico sobre el lugar.
El dolor, intenso, estará presente en todos los sentidos, pase lo que pase, pero los enfoques descritos minimizarán al menos los efectos a largo plazo.
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Uno de los primeros informes que sacaron a la luz los efectos que provoca la toxina retrata la figura del investigador AC Macmillan. En 1866, mientras el profesional realizaba una investigación en el norte de Queensland, el caballo que Macmillan utilizaba como medio de transporte rozó una de las hojas del gimpie-gympie. El animal murió en menos de dos horas.
Marina Hurley, entomóloga y ecologista de Queensland, descubrió en una de sus investigaciones que el australiano Cyril Bromley, tras caer sobre la planta durante su entrenamiento militar en la Segunda Guerra Mundial, tuvo que estar atado a una cama de hospital durante tres semanas para soportar el dolor.
Hurley también conoció el caso de un guardabosques de Queensland que tuvo que convivir con el dolor causado por la toxina de la planta durante exactamente dos años.
Comida para algunos
Sorprendentemente, hay animales que se alimentan de la planta. El escarabajo de la familia Chrysomelidae y el pademelón, un marsupial, son algunos de ellos. Los humanos también pueden comer los frutos del gimpie-gympie, pero pocos se arriesgan.